lunes, 20 de febrero de 2017

Hombre común

Su melodía se extiende como un eco.
Nace en un lugar donde no hay tiempo ni espacio, buscando y encontrando la vida en una vibración constante de energía.
Su conciencia yace dormida, descansa en la inocencia.
Cuelga desde el silencio.
Poco a poco va entendiendo que lo que ve y siente es él.
Eso que ve son sus manos y lo que toca es el pelo de quién lo cuida.
Con el tiempo se hace carne y olvida su melodía, su silencio.
Se aprisiona en el tiempo y el espacio.
Comienza a creer en sus sentidos.
Se levanta.
Tiene el mundo a sus pies.
No sabe que es él quién cuelga del mundo.
Cree que su nombre es “No hagas eso” y que su apodo es “Quedate tranquilo”.
Su universo está limitado por cuatro paredes.
Donde vá siempre hay cuatro paredes…

Un día a la vez…
Un día a la vez…

Duerme, come, calla, estudia, trabaja, paga, opina con mesura, piensa algo que ya se ha pensado…

Un día a la vez…
Un día a la vez…

Ekaven le nombraron. Vive en un lugar llamado Kiche la capital del sur de Ricamen, su mundo. Aprendió a vivir entre todos. Sin que lo noten, no por que le guste o lo necesite. No lo notan porque el mundo está en una sobrepoblación sin precedentes. Matemáticos y científicos, políticos y activistas… nadie pudo evitar que llegaran a este punto. La población se multiplicará 17 veces en los próximos 3 días. La comida alcanza para el 3% de la población actual.

Viajes interestelares en busca de un nuevo hogar que destruir, comida sintética, abortos masivos, sentencia de muerte por todo delito, un hijo por familia. Fichas a cambio de la vida. La vida a cambio de comida. La edad máxima permitida es de 40 años, luego de eso el ciudadano es cosechado para producir combustible, comida, abono, etc. Ya no quedan otras formas de vida, solo hologramas, cibernética, tecnología y ficción.

Ekaven despierta en su cápsula de sueño, quita la intravenosa donde le entregan la comida con la que debe aguantar el día, se levanta para ir a trabajar. No recuerda haber usado algo que no fuera su uniforme amarillo con una línea azul en el centro. Es la única forma de que no lo maten para usar su cuerpo en el mercado negro. Su uniforme dice que es quien hace un trabajo que nadie más sabe hacer, un trabajo que lo hace invisible.

Al llegar a la planta nadie lo saluda y el no saluda a nadie. Entra en su laboratorio acompañado de solo 3 elementos: un microscopio, un telescopio y un DMI (Dispositivo Mundial Interconectado). Su mesa es adornada por una figura de Ech. Le recuerda a su madre. Ella le contó quién era Ech o más bien que era ser un Ech. Pero nunca entendió a qué se refería con esto. Cómo una persona pasa a ser un estado? Su formación científica lo alejaba de entender y mucho menos creer en esa teoría.

Su reflexión se ve interrumpida por la intromisión de Nhiel uno de los pocos autorizado para distraerlo.

- Ekaven, vida eterna para ti.
- Vida eterna para todos.
- Dieron la orden de parar... de ir a nuestras casas, ya no alcanzamos a lograrlo.

Quieto, frustrado, una emoción que nunca antes había sentido recorre su cuerpo. No puede creer que ahí terminaba todo. Nunca se enamoró, nunca corrió riesgos, nunca tantas cosas, siempre refugiado en su mente, haciendo lo posible por encajar.

- Ekaven, estas bien?
- Necesito un momento…

Nhiel deja la habitación. Silencio. ¿Qué hacer? ¿darse por vencido? ¿seguir buscando? ¿llorar? ¿volverse loco y hacer todo lo que siempre quiso hacer?- De todas maneras habrá un caos inevitable, es mejor quedarse aquí- pensó, mientras no miraba nada, no tocaba nada - después de todo éste es uno de los lugares más seguros del planeta.

Refugiado en sus miles de pensamientos nace una idea, una visión.

La visión de Ekaven

Caos. Llanto. Gritos. Resos. Amor. Besos apasionados. Sexo desenfrenado. Mutilaciones. Caricias. Nada. Todo. Arrepentimiento. Calma. Silencio.






















Solo silencio.



























“Ekaven!!!”

Ekaven reacciona. No sabe cuánto tiempo ha pasado. Siente que la puerta se cierra. Nhiel recien ha salido.

Algo acaba de ocurrir. El tiempo… cómo pasó tanto en tan poco tiempo. Recordo a su madre.

Buscó en su DMI “Ech”...

Al cabo de unas horas había leído todo lo registrado sobre Ech. Y levanto su mirada.

“En Ech no hay tiempo, ni distancias. No existen los vicios de la mente. Solo existe emanando vida”.

No volvió a hablar. Porque ya no era necesario.
No volvió a comer. Ya no era necesario.
En él no volvieron a haber deseos ni miedo. Era solo silencio.

Nadie logró comunicarse con Ekaven.

Al cabo de 2 semanas ya no quedaban humanos. Solo Ekaven. Quieto. Inmutable.
Al cabo de 12 años su cuerpo se secó.
Comenzó a quebrarse.
Su cuerpo se volvió polvo.

Ekaven se quedó en un lugar sin tiempo ni distancias. Comenzó a volver en sí. Su voluntad lo movió por el cosmos en una danza infinita.

Tuvo su primer aliento en miles de millones de años.

Su aliento lo volvió parte de la distancia y el tiempo, chocando la órbita de un cuerpo celeste. El colapso fue indescriptible. Su conciencia envolvió cada parte del planeta que había golpeado.

Empezó la vida en el tercer planeta.






 




Millones de años después.

Corre desde una esquina a otra. Se detiene. Vuelve caminando mirando el cielo.
Corre desde otra esquina a una. Se detiene. Mira la tierra.

¿Quién es éste que corre. El que mira al cielo. El que luego corre y mira ahora la tierra?
¿Donde está el que soy? ¿o todo es una gran broma?

Toma su cola. Bosteza. Camina por el sillón hasta mi cabeza.
Juega con un lápiz. Lo bota.

¿Quién bota el lápiz?

Ché deja eso, ven mejor.

No sé como explicarlo. Soy lo que se dice un hombre. Uno tan extraordinario que ha logrado vivir la dicha de lo cotidiano. En mi interior sé que nada termina. Que estoy aquí desde el principio. Y por así decirlo, nunca dejaré de estar. Cada acto lo vivo de forma plena. Escribo mis memorias en la vida. No recuerdo las cosas porque conozco mi mente. En ella descansa el pasado y duerme el futuro. Cuelgo de nuestra madre tierra, que nos abraza con su fuerza gravitatoria en una danza de equilibrio. Mi caminar siempre ha sido una búsqueda para recordar lo que alguna vez supe. Ya entendí la trampa del tiempo. Ya no uso palabras para explicar las cosas. En la mente está el lenguaje de lo falso. En el arte está el lenguaje de lo real. Este es mi viaje, tu viaje, el viaje.

Todo comenzó siempre y todo termina nunca. Todo sucede en el mismo momento. Ese momento es el mismo desde siempre y nunca se detendrá porque no avanza, simplemente es. Mi existencia alcanza el cosmos y cada parte de él, porque nada está separado. Lo separado esta en la mente. La mente separa para entender. Para estudiar un gato determinamos partes y les asignamos nombres. Pero el todo siempre es más que la suma de las partes, ¿Por qué? Hay algo en la suma de las partes que no se puede estudiar bajo la idea de la separación. En la unidad del todo está la búsqueda última de la ciencia humana. Para entender a un hombre hay que verlos a todos como los que son. No lo que queremos que sean. No lo que creemos que son. Para entender algo debe haber amor. No como herramienta. El amor debe ser el fín. El amor no es parte del tiempo. Porque el amor no está en la mente. No se puede pensar el amor. Al momento de que la mente actúe, haciendo lo que sea que haga, ya no es la realidad. Ya no hay amor.

Encontré una droga que nunca necesito tomar y nunca se detiene su efecto. A veces la uso junto con mariguana. A veces la uso con un café. Otras veces solo la uso a ella. Me gusta creer que es femenina pero en realidad no tiene género. La existencia misma, su fragancia no cesa. La fragancia de la existencia dichosa emana como una vertiente desde mi existencia, desde mi amor infinito. Quién entienda esto miente. Quién crea en esto peca. Quién viva esto es yo. Por que solo yo he recorrido mi camino. Por que mi camino no está fuera. Mi camino, mi método soy yo mismo. En mí está todo siempre. En mí es todo siempre.

Como cual eco éste es mi mantra:

Atento, dichoso, haciendo, creando, amor, amar.

La sinfonía de la vida se refleja en mi rostro humano. En mis humanas manos vive la creación misma. En mis humanos pies existe la limpia tierra que he pisado. De mi humano sexo nacen virtudes. Cada error lo vivo con la convicción de cometerlo como quien asesina a su padre. El agua, que sabor más dulce. El vino. La cerveza. Una naranja. En la vida simple está lo extraordinario. Si te tiembla la panza al mirar de reojo un camino. Deja todo lo que estás haciendo y estés donde estés toma tu ser y sumérgete en ese camino y has temblar todo tu cuerpo. El enigma de la vida se te revela mendiante tu existencia. No hay otra forma honesta de conocer. Es aquí ahora o nunca en ninguna parte.

Si a alguien deben temer los poderosos es a mi. Porque soy un virus. Soy la semilla del nuevo hombre. Soy el primero y el último. Y deben saber que soy único pero no el único que es. Hay tantos equipos como personas, tantos grupos como individuos. Pero yo les digo que solo existe un grupo, un equipo, un hombre, una mujer. Y es la misma, siempre, en todas partes. Cuando dejemos de ver con los ojos y de mirar con la mente para contemplar con la conciencia esto habrá recién comenzado.

Mientras vuelen naves por el cosmos, aquí estaré yo en mi vida.
Cuando lleguemos al último rincón de la galaxia, aquí estaré yo en mi naturaleza.
Cuando venzamos la muerte de la carne, aquí estaré yo muriendo feliz.
Mientras planeen el futuro aquí estaré yo haciendo presente.

¡El que pierde gana! La verdad más sabia vive en la boca de los niños. Si hay alguien digno de imitar es a los niños. Ningún hombre puede imitar a otro. Los cristianos pierden su vida queriendo ser cristo. Pero nunca perderás ningún minuto de tu vida si imitas a un niño. Pero no crecerás. A cada momento su lugar y a cada lugar su momento. En cada edad eres y eres en cada edad.

Aquí es cuando entran a mi cuarto policías mentales. Nos vemos en otra oportunidad.


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