domingo, 30 de septiembre de 2007

Yo También

Hola.

Hola, como estas.

Bien y tu.

Bien.

Parece que te interrumpí.

No, no importa.

Si importa… disculpa, no lo quise hacer.

No te preocupes. No era nada secreto.

Entonces me puedes contar.

Si. Estaba pensando en una escena.

¿Una escena?

En realidad en cómo sería la escena donde se daría un dialogo

¿Cómo un dialogo?

O sea… es que pensé en un dialogo…mas bien dicho, se me ocurrió algo que podría decir alguien, y estaba pensando en la escena ideal para que lo dijera.

Tal vez te puedo ayudar. ¿Qué se te ocurrió que dijera?

Es que sería algo así: están los dos sentados en un café.

¿Un café es medio cliché, o no?

No importa. Están sentados en un café. Frente a frente. Ella esta mirando la galleta que tiene en el platillo de su capuchino tibio y a medio servir, y juega un poco con la cuchara como para distraerse, mientras el le dice:

Sé que amarme no es fácil.

Es como abrasar un árbol.

No de los de campo, si no uno de ciudad.

Porque primero da vergüenza abrazarlos y que te vean.

Pero luego uno los empieza a querer y a darse cuenta de que ellos también lo abrazan a uno, aunque no tengan brazos.

Pero amarte a ti, es como abrazar a la tierra.

Tan enorme, perfecta, hermosa;

Que cuando nos acercamos a abrazarla es tan inalcanzable que nuestras carencias nos hacen creer que no podemos hacerlo, por que no nos dan los brazos, aunque no tengamos.

Tal vez ella siempre lo supo pero no lo quiso saber.

¿Qué cosa?

Que el… lo que el sentía. Tal vez los dos se han equivocado en creer que el otro es inalcanzable por más cerca que esté.

¿Tu que crees? ¿Ellos están empezando o terminando algo?

¿Yo que creo? ¿En qué momento dejamos de hablar de la película?

¿Qué película?

En la que estabas pensando.

Era una escena. Pero no de una película.

¿Cómo?

Era más que todo una situación, imaginaria… y no.

De hecho…como te explico, siempre has sido tú la del café y yo el que teme perderte; debe ser por que a veces creo que eres tan hermosa que te sé divina, poco humana y eso mas que asustarme, me detiene, hace que me dé el tiempo de dejar que el tiempo pase, para contemplarte y no tenerte, y ese es el problema, que no vivo para tenerte, sino que me gustaría que quieras despertar una mañana con un susurro mío y entre abras los labios antes de medio abrir tus ojos mientras te estiras, y sin siquiera pensar que hora o día es, desees que sea fin de semana toda la semana, solo para que estemos juntos.

¿Por qué nunca me lo habías dicho?

Si te lo he dicho, pero nunca cuando estamos juntos.

Tienes razón, parece que siempre lo he escuchado, pero no estaba segura de que eras tú.

Es que siempre supe que cuando te encontrara podría amar.

Te quiero.

Yo también.

ALGUN DÍA

Primera Parte


(No sabe qué le hace recordar algo que le esboza una sonrisa, mientras abre la llave del lavamanos y se lleva agua a la cara, como para despertar un poco.)

-Sabías que la belleza tiene algo que decirnos, por eso cuando estamos frente a ella guardamos silencio y no pensamos en lo que en otra ocasión pensaríamos. (Dice como resignándose.)

-Aunque a veces, solo a veces, lo bello es lo que se aquieta, solo para que la contemplemos. Es como cuando nos dejamos de lado un tiempo, para luego reconciliarnos. Dejamos de preocuparnos del presente,… de los detalles. (Mientras se endereza y se mira por última vez en el espejo y se seca la cara con una pequeña toalla con un bordado de flores en un costado antes de salir hacia la pieza.)

(Se para a un costado de la cama un poco cabizbajo, intenta mirarla a los ojos pero no alcanza a llegar y decide distraerse con la cajetilla que esta sobre el velador, entre pinches y anillos.)

(La toma y le da unos goles para sacar uno. Lo pone en sus labios. Vuelve a dejarla sobre el mueble. Busca fuego en su pantalón que esta sobre la cama desordenada como si el amor durmió ahí esa noche.)

(Prende el pucho con el zipo tapando con la mano izquierda, como si hubiera viento, se sienta en la cama con el zipo aún en la mano y mirando hacia abajo dice)-Tal vez por eso es que a veces no alcanzo a hacer la cama, parece que me acuesto muy tarde o me levanto muy temprano. (Aún sentado y con calma se coloca el pantalón con el cigarro en la boca, lo que hace que entre humo en su ojo izquierdo distrayéndolo. Se quita el cigarro de la boca y suspira.)

-No se por que ahora me importa. (Bota el humo con fuerza y mueve la cabeza como negando algo)

(La mira y le hace un gesto con la cajetilla como ofreciéndole un cigarro y se responde inmediatamente.)

-No creo que quieras fumar,… lo entiendo. (Hace un mohín, casi como una sonrisa)

(En ese momento suena un celular que esta sobre una cómoda llena de muñecas y algunos cuadernos y libros.)

(Mira el fono y luego a ella y le dice con voz dominante, mientras se coloca los zapatos casi nuevos y se levanta.)

-Para qué vamos a contestar,… si es importante llamaran de nuevo.

(Deja de sonar.)

(Se levanta y se acerca a la cómoda y toma el libro que esta sobre un alto de textos. Lo mira, levanta las cejas y sonríe.)

-“La vida simplemente”… Oscar Castro… un buen libro… lo leí como a tu edad.

(Lo deja donde estaba.)

(Se acerca a la ventana y mira hacia fuera como fijándose que no haya nadie.)

-Debo dejar de trabajar en esto…es estresante...aunque la paga es buena… no me quejo. (Aspira profundamente del cigarro y tira el pucho aún prendido por la ventana.)

(Se vuelve hacia la cama, la observa con nostalgia. Toma la ropa tendida sobre ella. Una polera, calcetas, una pequeña falda, su propia camisa, su corbata, un corpiño. Las ordena una por una y las coloca sobre una silla que esta apegada a una muralla.)

(Hace la cama con sutileza como si la acariciara a ella.)

-Ves que ya no soy tan torpe, ni brusco.

(Toma su camisa blanca. Se viste con ella, y por cada botón su mirada se torna más melancólica. Toma su corbata roja.)

(Se la comienza a colocar.) -Hasta la más feroz de las bestias se doblega ante algo tan hermoso. (Se arregla el cuello de la camisa. Levanta la cabeza y la mira con cariño, pero rápidamente baja la mirada.)

(Toma su chaqueta. Guarda la cajetilla en su bolsillo. El zippo en el otro. Camina hacia la puerta. Se detiene con la mano en la manilla. Y sin mirarla)

-Gracias por todo. (Se pone la chaqueta.)

(Abre la puerta. Se da vuelta hacia ella y le dice.)

-Algún día te invitaré a un café.

(Mientras se va lo único que lo distrae es el sonido de la soga…)

(Sus senos aún estaban tibios.)


Segunda Parte


(La humedad es parte fundamental de esta pieza en la penumbra, cuyo inmobiliario son maniquíes ya en desuso por su mal estado)

-No existe un lugar donde menos se escuche la ciudad que en la azotea de un viejo edificio que a nadie le importa.

(Es prácticamente lo único que rompe el silencio, aparte del sollozo femenino capaz de apelar compasión hasta del menos humano, y que apenas se escucha por la mordaza hecha con un paño de cocina)

-Lo siento no puedo hacerlo…

(Un pequeño has de luz logra pasar entre las maderas que cubren las ventanas, iluminando parte del cuello de la chica y un mechón de su cabello rojizo, distrayendo su atención en el detalle de cuan hermoso seria todo , de qué es lo que haría si todo fuera distinto:

La tomaría por la cintura y quitaría la cinta -que afirma tus cabellos-y se besarían al ritmo de una milonga-y te perdonaría la vida…

-Pero no tengo nada que perdonar…además que esto es lo que mejor se hacer.

(A la vez que ella percata el palo con clavos que mese en su mano)

-Nena…esto va a doler.